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Inmigrante se compromete a servir durante ordenación

Published: January 5, 2015   

Cuando tenía alrededor de 12 años de edad, Luis Miguel Pacheco, un niño que sufría y que estaba frustrado en México, le dijo a Dios que lo odiaba.  Justo 16 años después, Dios cambió su corazón y está trabajando a través de él para servir a la Iglesia.

Pacheco, un seminarista de 28 años de edad, celebró su ordenación diaconal con el Obispo Anthony B. Taylor en la Iglesia de Santa Teresa en Little Rock, el 17 de diciembre.  Pacheco servirá como un diácono durante este año escolar en la Iglesia de la Inmaculada Concepción en North Little Rock.

En la ordenación Pacheco profesó su fe y lealtad a la Iglesia y su deseo de ser sacerdote.  Se le permitirá presidir sobre algunos sacramentos, incluyendo el Bautismo y los Últimos Ritos.  Será ordenado un sacerdote el 28 de mayo, 2016, en la Iglesia de Cristo Rey en Little Rock.

Durante la Misa, el Obispo Taylor le recordó a Pacheco sobre los compromisos que duran toda la vida y que serán necesarios para ser un sacerdote y bromeó, “¿todavía quieres ser ordenado?”

“Recuerda que adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo adorarás”, el Obispo Taylor dijo.  “…Él te dará toda la gracia que necesitas para superar todas las pruebas”. 

El camino de Pacheco a su ordenación diaconal, un paso hacia su vocación sacerdotal, fue alimentado por las oraciones de su mamá por su hijo para “servir a Dios”, escribió en su autobiografía en dolr.org.

“Sufrí un accidente automovilístico cuando tenía dos años. El accidente fue muy terrible para mis padres y para mí porque yo era el menor de siete hermanos. A causa de este accidente estuve en coma durante cuatro meses. Los médicos pensaron que no podían hacer nada más, que no sobreviviría”, escribió Pacheco.  “Pero Dios hizo un milagro, y con Nuestra Señora de Guadalupe restableció mi vida y me permitió caminar otra vez”.

Pacheco enfrentó dificultades al caminar, hablar y ver—incluso ahora, ver con su ojo derecho es un reto, dijo él.

A medida que él crecía, su familia – padres Miguel Pacheco y Pascuala Calero, cuatro hermanos y dos hermanas que vivían en Telixtac, Morelos, México – no asistían a Misa con él.  Pero él tiene recuerdos gratos de haber sido un monaguillo a la edad de seis años, de asistir a Misa cada domingo y de ayudar a las personas. 

“Comencé mi vocación cuando era un niño, cuando tenía 6 años de edad.  Siempre iba a la Misa y ayudaba a las personas y servía en el altar.  Era muy feliz”, Pacheco dijo.

Pero las consecuencias de haber estado en coma por cuatro meses después del accidente continuaron a lo largo de su infancia y después de haber visto a un sinnúmero de personas que no asistían a la iglesia o que no vivían una vida cristiana y que no padecían el mismo sufrimiento, Pacheco dijo que había tenido suficiente con Dios.  Antes de la escuela una mañana cuando tenía alrededor de 12 años de edad, él fue a la capilla local.

“Estaba muy enojado, enojado con Dios.  Le dije: ‘te odio.  No quiero creer en ti’”, Pacheco dijo.  “Dame una cura, dame un milagro, quiero seguirte, a lo que sea que me llames (a hacer).  Por favor muéstrame si existes.  Quiero verte quiero creer”.

Esa tarde, rompió en llanto en la escuela porque su sufrimiento había sanado y Dios le mostró su amor, Pacheco dijo.  A la edad de 14 años, fue a la preparatoria en el Seminario Menor Juan Jesús Posadas Ocampo en México.  Fue para obtener su diploma de la preparatoria y posteriormente su diploma universitario de la Escuela de Teología del Sagrado Corazón en Hales Corner, Wisconsin.  Él llegó a la Diócesis de Little Rock en 2010 y aprendió inglés, otro reto en su vida.


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